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La cultura de la cancelación no funciona: Características y ejemplos de su fracaso

  • Foto del escritor: Nicolas Yong
    Nicolas Yong
  • 30 may 2021
  • 4 Min. de lectura

Actualizado: 8 jun 2021

El cancelar a alguien en redes sociales se ha vuelto algo común hoy en día. El encontrar mensajes de odio hacia una figura pública en redes sociales es sencillo sin embargo la cancelación va mas allá de solo la crítica. Lo que la cultura de la cancelación pretende es arruinar la carrera profesional e imagen pública del cancelado. Debido a eso la cancelación no puede ser tomada a la ligera aún más cuando en muchos casos la cancelación se da por acusaciones sin pruebas o motivos absurdos. Sin embargo muchos olvidan esto, por lo que resulta necesario explicar por qué la cultura de la cancelación no logra nada incluso cuando cancelan a la persona “correcta”.


Para entender por qué la cultura de la cancelación es inefectiva es importante primero saber en lo que consiste. El objetivo de la cultura de la cancelación es el de “cancelar” a alguien, en el ensayo “La cultura de la cancelación: ¿autoritarismo de las comunidades de usuario?” por Edixela Burgos y Gustavo Hernández se muestran diversas características de la cultura de la cancelación, como que la cancelación “Radica en activar las redes sociales para rechazar de manera abierta y tajante actos que inciten a la injusticia social, la intolerancia, el odio y el resentimiento, es decir, todo aquello que transgrede los principios universales de convivencia humana”. Entonces la cultura de la cancelación pretende castigar a aquellas personas que hicieron algo malo. Dicho de otro modo, cancelar a alguien vendría a ser un ejemplo de justicia por mano propia pero realizado a través de las redes sociales. Es importante aclarar que no solo se puede cancelar a personas sino también a compañías, marcas, etc. Asimismo, la cultura de la cancelación no tiene orden es decir no hay un líder, objetivo claro, la mayoría de los participantes son anónimos, etc.


Con lo anterior en mente, parece que la cancelación es un castigo hacia aquellos que han obrado mal. En principio esto suena bien pues en los mejores casos se cancelan a aquellos que cometieron injusticias. El mayor problema, sin embargo, con la cultura de la cancelación es que en muchos casos no son necesarias pruebas sólidas para cancelar a alguien. Este es el caso de Felix Kjellberg, mayormente conocido como Pewdiepie, quien al realizar un video en el que informaba que donará $50 000 hacía algún tipo de caridad, utilizó un polo en el que se veía una supuesta cruz de hierro la cual fue asociada hacia el partido Nazi. Es increíble pensar que incluso periodistas llegaron a creer esto, como el periodista Nathan Grayson quien en tweet dijo “Claro, podría ser un cobarde, pero también es un idiota o un ladrón de perros oportunista, como lo demuestra su decisión de usar una cruz de hierro en un video sobre una organización benéfica judía”. Resultó ser que la “Cruz de Hierro” en verdad era la cruz Bolnisi, un símbolo que se asocia con la ciudad de Georgia.





Si bien Pewdiepie no fue perjudicado en gran medida existen casos más serios que el suyo, por ejemplo el de James Charles. Charles fue acusado de ser un depredador sexual por su amiga Tati Westbrook. En cuestión de días perdió millones de seguidores y patrocinios y también fue criticado por otros influencers. Al final, la supuesta víctima de Charles tuvo que pronunciarse para decir que en ningún momento fue abusado por él, demostrando claramente que lo que dijo Westbrook era falso. Es importante mencionar que Westbrook no proporcionó pruebas en su acusación inicial pero de igual manera fue creída al punto de casi arruinar la carrera de Charles. Irónicamente, Charles después fue cancelado por asistir a reuniones sociales durante la cuarentena pero se desmintió el que él haya sido un depredador sexual.


Habiendo entendido que en muchos casos la cultura de la cancelación exagera múltiples situaciones es importante hablar de aquellos casos en los que la cancelación era “justa”. Uno pensaría que la cultura de la cancelación ayudará en esos casos pues la presión presentada en redes sociales debería hacer que se tomen medidas graves. Sin embargo, como se explicó anteriormente, la cultura de la cancelación no tiene ningún tipo de orden por lo que sea cual sea el resultado siempre habrán personas satisfechas e insatisfechas. Esto ocasiona que no haya un “cierre oficial” de la cancelación de alguien a pesar de que el acusado se haya disculpado o haya sido demostrado jurídicamente que es inocente.


Más allá de eso, existe un problema más importante respecto a la cultura de la cancelación; este consiste en que ocasiona lo contrario a lo que se pretende. Para explicarlo se usará un ejemplo, Maluma, cantante de reggaeton, publicó una canción en 2018 llamada “Mala Mia” la cual ocasionó mucha controversia debido a que la canción era “machista” pero no por la letra sino por el video que acompañó a la canción. En dicho video se ve a Maluma rodeado de mujeres en una cama. Esto ocasionó que muchos usaran un hashtag conocido como #MejorSolaQueConMaluma para mostrar que no estaban de acuerdo con lo mostrado en el vídeo. Irónicamente, esto fue una forma de publicidad gratuita para Maluma; el video actualmente cuenta con 338 millones de visitas en YouTube mientras que en spotify cuenta con 290 millones de reproducciones. Se entiende que la cultura de la cancelación logró lo opuesto a lo que quería, en vez de afectar negativamente a Maluma lo benefició positivamente pues lo dieron a conocer masivamente lo cual en la industria del entretenimiento es sumamente importante.



En conclusión, la cultura de la cancelación no funciona. Ha quedado demostrado que en múltiples ocasiones se cancela por razones ilógicas. No solo eso, pero el resultado de la cultura de la cancelación es contradictorio a lo que se pretende. Por ende, la cultura de la cancelación es inefectiva.


Por Nicolas Yong



 
 
 

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